Una de las maneras más rápidas para dañar nuestra personalidad y dignidad es caminar por la vida pidiendo perdón a cada momento.
Pedimos perdón porque: nos equivocamos, no somos lo que los demás quieren, perdón por amar a esa persona, perdón por llorar en público, perdón por cuidarnos, perdón por el perdón mismo.
Esa palabra es como una gran excusa, la cual nos ayuda a evitar las cosas que hacemos y a encontrarle una justificación por lo que no alcanzamos.
¿Deberíamos pedir perdón por todas esas cosas?
¿Por qué pedir perdón por expresar nuestras emociones?
Cada vez que seguimos con eso del perdón por aquí y por allá, vivimos negándonos el
derecho de ser quienes somos. Muchas veces es sólo una defensa para seguir haciendo lo mismo, una y otra vez.¿Para qué debemos pedir perdón?
¿Para qué debemos ir por la vida pidiendo ser excusados en todo momento?
¿Qué logramos con todo esto?
¿Que nos digan que somos buenas?
¿Qué nos aprueben? ¿Qué no dejen de querernos?
Sea por lo que sea que lo hagas, la única perjudicada eres tú; por eso cada vez que lo hagas, repite con amor “cancelado” y aprende a valorar el maravilloso ser que hay en ti.
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